De anécdotas, mirillas y holas

Hay que ver lo que da de sí sentarse a hablar con otras amigas que tienen blog de lo que abrirnos uno trajo a nuestras vidas y parece mentira la cantidad de anécdotas que se van acumulando en forma de comentarios, mensajes privados y saludos de desconocidos por la calle.

No es que este sea un blog con una afluencia de visitas descomunal pero lo cierto es que no vivo en una gran ciudad y un porcentaje considerable de los que entráis por esta casa vivís en un radio de 20 kilómetros a la redonda…. así que es fácil que algún día coincidamos por ahí comprando en el súper, saliendo de fiesta o pasando a recoger unas cajas por el Zara Kids (¡Hola chicas!) y hace una ilusión infinita (anticipada por un corte infinito) que te saluden y te digan que pasan a verte.

No todo el mundo que entra deja un comentario y no todo el mundo que entra te dice algo cuando se cruzan contigo y ven que eres tridimensional y que efectivamente intentas posar siempre de lado porque de frente pierdes un poco. También hay porsupuesto lo que yo llamo entes silenciosos que pasan a hacer un visiteo y que, aunque te den visitas, nunca sabrás de ellos mucho más (tears from my heart para todos vosotros).

Las anéccdotas, como os decía, se acumulan. Tengo una amiga a la que, en las carreras que se marca, el speaker ha decidido obviar que se llama Laura para gritar micrófono en mano «¡Ya entra Makupine!» o lo que es mejor Makupurne o Meikinap (ella se parte), otra que se ha acostumbrado a responder cual trastorno de identidad disociativo a su nombre de pila o a su pseudónimo en redes sociales, a mí que subiendo a un entresuelo un pedido de cajas de folios con todo lo que conlleva mi ausencia de fuerza y mi flequillo pegadito me reconocieron.

Durante este tiempo que el blog ha estado abierto, he recibido visitas y comentarios de gente conocida, personas también que hacía años que habían desaparecido de mi vida por aquello de pillar caminos distintos y otras personas que aparecieron disimuladamente dejando mensajes anónimos que te hacían esbozar una sonrisa pensando «aunque disimules, sé que eres tú«.

Todo esto puede que pase porque los post son como un lanzar al oceano botellas con mensaje cuyo contenido no siempre es digno de réplica (a veces se escriben auténticas mierdas) o porque en el fondo todos vivimos en un mundo que funciona demasiado deprisa, consumiendo información constantemente sin tiempo de procesarla y lanzar nuestra opinión al mar. Es una lástima porque no sabéis las agradables consecuencias de ver que, lo que en su momento iniciaste para ti misma, es bien recibido por vosotros.

0 respuestas a “De anécdotas, mirillas y holas”

  1. Hola!! muy buena reflexión,en mi caso, casi casi estoy empezando… 😉

    1. ¡Pues a disfrutar muchísimo del camino Marta!
      Un beso y gracias por pasarte y comentar

  2. Jajajaja meikinap es made in Vicente, me parto!! La verdad que un blog da para unas cuantas anécdotas, pero a mí se me olvidan. Así te lo digo. Un beso perla y a seguir haciendo estos posts reflexivos que molan mucho!!

    1. Pues habrá que empezar a llevar una libreta detrás para apuntarlas todas rubia!

  3. […] Escribí un post hace bien poquito en el que me inventaba alegramente el término Guapo de Lado. […]

Responder a Carmina Cancelar la respuesta